La mejor manera de hacerlo es jugar a la demo del juego si está disponible, o ejecutar un benchmark específicamente para ese juego (aunque esos son bastante raros). Si puedes ejecutarlos de forma aceptable, puedes ejecutar el juego. Si no es así, puedes mirar los requisitos del sistema que deberían aparecer en la caja o la página del juego. Los buenos desarrolladores tienden a ser conservadores con estos requisitos, por lo que si tu sistema los cumple o los supera, puedes estar bastante seguro de que el juego se ejecutará bien, al menos con una configuración gráfica baja.
Ten en cuenta que Steam, el principal método para conseguir juegos de PC hoy en día, tiene una generosa política de devoluciones que, en la gran mayoría de los casos, te permitirá recuperar tu dinero en el momento en que te des cuenta de que un determinado juego no se ejecuta de forma aceptable. Dependiendo de la marca de la GPU que tengas, también puedes conseguir una aplicación que te dará sugerencias de configuración para la mayoría de los juegos más importantes que se adaptan a las especificaciones de tu sistema. La versión de nVidia de esta aplicación se conoce como «GeForce Experience».