Tengo una respuesta de 2 partes, la primera abrumadoramente positiva, la segunda negativa.
Las posibilidades son asombrosas pero las posibilidades de que haya un verdadero éxito son escasas.
Desde el punto de vista de los marketeros los códigos QR tienen un potencial increíble aún no aprovechado ni un poco. La combinación de un cliente con un teléfono inteligente y un código QR y el acceso a Internet (la última parte es clave, ¿tantos códigos QR son subterráneos?) es de una oportunidad increíble.
En teoría, esto significa que el dispositivo utilizado puede saber a través de diversas tecnologías y técnicas, dónde estás, qué hora es, qué estás mirando, si te estás moviendo, qué tiempo hace donde estás, y que obviamente estás un poco aburrido. En un futuro próximo, esta información probablemente se comprobará y se añadirá a otros bancos de información con los que muy probablemente se podrá cruzar. Es probable que tu teléfono sepa lo que tienes en la lechera, dónde tienes que estar pronto, qué tipo de cosas te gustan, cuáles son los números de tu tarjeta de crédito, quiénes son tus amigos, dónde están, y la lista continúa.
Así que en teoría el potencial de los códigos QR es de nota increíble, ofrecen la posibilidad de visitar algún lugar online y conseguir una página única, una oferta, un contenido, un mensaje para ti.
Es alucinante, en teoría un código QR podría de momento decirte dónde comprar una buena cerveza fría, darte un cupón de descuento porque hace mucho calor donde estás, y decirte cómo llegar, cosas bastante buenas.
En el futuro podría, tal vez, saber que llegas tarde a una reunión, organizar un taxi para ti, pagarlo, enviar al conductor tu ubicación y dónde llegar, todo ello mientras cruza con otro sistema para decirte si otra ruta sería mejor.
El problema es que nos exigió hacer algo, los códigos QR están ahí sentados asumiendo que, de alguna manera, a pesar de poder ver las fotos de los amigos, leer las últimas noticias, escuchar cualquier música que se haya hecho de forma gratuita, leer todos los libros que se hayan publicado, averiguar dónde están los amigos, podría seguir. Suponen que, a pesar de vivir en un mundo de contenidos infinitos, gratuitos y de calidad, nos gustaría ver las imágenes entre bastidores de su último anuncio. Que’s nos encantaría tener la oportunidad de enviar un mensaje de texto para que tal vez nos publiquen un cupón de descuento de un dólar en tres semanas, y así sucesivamente.
El principal problema de los códigos QR es que requerían que quisiéramos comunicarnos activamente y dar el primer paso, y por tanto, en una época más avanzada tecnológicamente creo que no tienen sentido, y aunque ahora tienen algo de sentido, son en gran medida una solución de nicho al problema «¿cómo consigo que los hipsters extremadamente entusiastas sepan más de mí porque les gusta la nueva tecnología en los anuncios?»
Una NFC hará que todos estos códigos QR parezcan una idea muy extraña.