Oye, gracias por el A2A.
La respuesta corta es una en la que todos podemos estar de acuerdo: es más importante que los pilotos vean otros aviones, obstáculos, pistas, el clima y el terreno que cualquier persona que no esté a los mandos. Un avión no es más capaz, seguro o eficiente por la inclusión de ventanas para los pasajeros de cualquier tamaño. Sólo una o dos pequeñas lentes de aumento en las puertas de salida o cerca de ellas son realmente necesarias para que los miembros de la tripulación de cabina puedan evaluar el entorno exterior antes de abrirlas en una situación crítica.
La versión más larga incluye el hecho de que las ventanas para los pasajeros no son en absoluto útiles para el propósito principal de un avión. Ese propósito es trasladar a las personas y su equipaje del punto A al punto B con seguridad, rapidez y eficiencia.
Las ventanas de cabina en realidad dificultan la parte de «eficiencia» de ese propósito por varios motivos. Añaden peso al avión. La estructura necesaria para soportarlas y mantenerlas en su sitio requiere metal, plástico y sellado adicionales. Un fuselaje es intrínsecamente más débil donde hay un agujero, en comparación con una simple subestructura cubierta con una piel de aluminio, por lo que se requiere una masa estructural adicional del fuselaje. Esto también añade peso. Cuanto más pesa un avión, menos carga útil puede llevar y más combustible se necesita para conseguir y mantenerlo en el aire.
Las ventanas también añaden resistencia, es decir, hacen que el avión sea menos resbaladizo mientras viaja por el aire, en comparación con una piel metálica lisa y sin imperfecciones. En consecuencia, se necesita más potencia para viajar a la misma velocidad. Hay que elegir entre aumentar el empuje (más combustible, motores más grandes, peso adicional) o viajar más despacio.
Por último, las ventanas requieren mantenimiento, reparación y sustitución ocasional. Esto se suma a los costes de explotación y aumenta el tiempo fuera de servicio. Menos tiempo en el aire equivale a menos tiempo ganando dinero para los propietarios, por no mencionar el coste del propio mantenimiento.
«¿Por qué tener ventanas en la cabina, entonces?», se preguntará. Las ventanas de cabina son una concesión por parte de la dirección de las aerolíneas a sus clientes como medio para vender más billetes en comparación con sus competidores. Es decir, si se les diera a elegir, al mismo coste, la gran mayoría de la gente elegiría tener ventanas en lugar de prescindir de ellas. Los directivos de las aerolíneas temen que la diferencia en la preferencia de los pasajeros y la consiguiente disminución de las ventas de billetes puedan compensar con creces el ahorro de costes conseguido.
En mi opinión, probablemente no sea así. A lo largo de mis 29 años como piloto de aerolínea, he volado en cabina muchas veces. Noté una disminución gradual pero constante en el número de personas que tienen algún interés en mirar fuera de la cabina. A medida que los viajes en avión se han ido convirtiendo en una novedad y en un medio de transporte rutinario, la gente se ha vuelto mucho más indiferente. La mayoría está mucho más atenta a ver un vídeo, a terminar su trabajo o a relajarse y echar una siesta que a seguir los detalles del vuelo.
No me sorprendería ver aviones de pasajeros sin ventanas en un futuro próximo.